Me
encuentro en una situación totalmente engorrosa, que es parte de lo que sería
el amor, algo de lo que sería aquel término ramé (caótico y hermoso al mismo
tiempo) con tantas definiciones. Es fácil escribirlo, pero el odio que te da
que las cosas simplemente se vayan, nadie lo puede leer de la misma manera.
No sé cómo
explicarlo, es eso, la oportunidad desapareció, todo se fue. La magia, la magia
de algo nuestro. Solo unas pocas palabras dieron un giro inesperado en nuestra
relación. Unas pocas palabras de otra persona.
Y la puerta
se cerró. Sin decir ni un “adiós”.
Mis celos
recorren mi mente, transforman la situación en algo totalmente trágico, algo de
maldades, y esperan que la situación sea totalmente efímera, que se desaparezca
en un pequeño lapso de tiempo. Yo sigo ahí, en el petricor, en la melancolía, a
causa de las increíbles excusas que imponen mis hormonas, causantes de los
mayores problemas de la adolescencia.
Quizá a
veces olvido que los demás también aman, pero luego recuerdo que nunca de la
misma manera, y es precisamente lo que siento por ella, algo nuevo, algo que
ninguno/a toma en cuenta, o por lo menos eso creo.
La
situación se repite, espero que no suceda nuevamente en un futuro.
De vez en
cuando tengo el incontrolable deseo de abrazar a alguien, solo porque lo amo,
pero me limito a no hacerlo, porque no todos nacemos con la intencionalidad de
recibir y dar aprecio, y por ello debemos ser cautelosos ante tales
situaciones.
Dicen que
el conticinio es el momento de la noche en que se produce el silencio absoluto.
No es una hora específica, sino un momento, un segundo en que la noche se hace
tan profunda que todo calla. Yo estoy esperando eso, la ataraxia, pero yo mismo
me lo impido. Quiero escapar de los problemas, pero igualmente los busco.
Quiero querer a los otros, pero saco lo peor de ellos. Quiero amar, pero no me
ven. Quiero que me vean, no quiero ser la sonrisa que camina, no quiero ser
solo una figura. Quiero que camines junto a mí por la mangata.
Quiero
vivir una noche inefable, y un arrebol. Pero ya es tarde, no se trata de dulces
palabras, sino de la velocidad con la cual se dicen.
Sé que
parece una tontería de adolescentes, pero sé que no se trata de algo superfluo.
Y para
quien esté leyendo esto: Responde la siguiente pregunta ¿Qué es el amor?